jueves, 24 de marzo de 2011

INDIGNACIÓN

En el post anterior hablaba de la desolación que siento al ver la apatía, la narcotización en la que está sumergida la sociedad. Vemos todo lo que ocurre en el mundo y no nos movemos, nos quedamos impasibles ante tales catástrofes. 

Ahora lo que siento es Indignación. Indignación al ver la situación de Libia, y cómo no sólo tiene que soportar los terribles ataques de las tropas de su dictador Gadafi, sino que también ha de hacerlo con los ataques aéreos de los países pertenecientes a la ONU, pero eso sí, estos en misión humanitaria. 
Libia ha estado pidiendo ayuda a Europa y EE.UU desde que comenzaron los ataques armados, y estos, reunión tras reunión, no llegaban a un consenso. La situación empeoraba. Cada vez más muertos, más heridos. Pero finalmente, tras una larguísima espera, llegan a una resolución, atacar por vía aérea a Gadafi para que cese su masacre. Esta resolución no pretende derrocar al dictador, es simplemente un aviso para demostrarle que ese no es el camino. Que no puede atacar a su pueblo de esa manera. Ya veis, no hay mejor ejemplo para hacerlo que actuar igual que él.
Todo esto me indigna porque esos que dicen que esto es una misión humanitaria, ¿humanitaria? ¿bombardeando?, no sé, no sé; bueno, a lo que iba, esos, han sido los que han proporcionado, y siguen haciéndolo, las armas que Gadafi utiliza contra su pueblo. Me indigna porque nos engañan con eufemismo como intervención humanitaria, cuando lo que realmente buscan son los pozos de petróleo.

Indignación porque cada día se vulneran los derechos, no sólo en Libia, sino en muchos, muchísimos países que a nadie parece importar. 

Indignación porque Sierra Leona vuelve a sufrir una guerra civil, tras sus últimas elecciones.

Indignación porque Japón está viviendo una catástrofe terrible, no sólo por el brutal terremoto y maremoto posterior, sino porque la central nuclear de Fukushima podría fusionarse y... no quiero ni pensar las consecuencias que podría tener, ¿otro Chernobyl tal vez?. 

Indignación porque los políticos siguen defendiendo, tras lo ocurrido en Japón, que la energía nuclear es limpia y segura, en vez de comenzar a realizar un cambio hacia energías renovables.

Indignación porque todos los días en Chechenia se rapta a una mujer en plena calle para ser obligada a casarse con un hombre que no conoce, que no ha elegido y que por supuesto no quiere.

Indignación porque cada día mueren millones de personas debido al hambre.

Indignación porque existen demasiados países que no tienen agua y la poca que tienen está contaminada, enferman y mueren.

Indignación porque la situación en Palestina no sólo no mejora, sino que empeora día tras día.

Indignación porque no actuamos ante todo esto. Indignación porque dejamos hacer. Indignación por nuestra falta de compromiso hacia nada que no nos afecte directamente. 

Según Stéphane Hessel en su libro ¡Indignaos!, "la indignación nace de la voluntad de compromiso con la historia", "la indiferencia es la peor de las actitudes". Por esta parte me siento tranquila, ya he dado un paso, de la desolación, que aún siento, a la indignación. No me son indiferentes las situaciones extremas que viven en otros países. Tengo una voluntad de compromiso con la historia. Pero sí es cierto, que me siento extraña, sola, cuando hablo de esto con otras personas, me miran, encojen sus hombres y dicen: "¿y qué podemos hacer nosotros?". Podemos hacer muchas cosas, como hacernos oír, que estamos aquí y que no pensamos como los que provocan estas aberraciones. 
En la época de la II Guerra Mundial y la Guerra Civil española, la gente se comprometía, luchaba por sus ideales, por sus derechos y ellos sí tenían mucho que perder, la vida por ejemplo. Aun así, se organizaban, estaban unidos, eran uno, para enfrentarse a las injusticias que sufrían.

En fin, no creo que esto cambie nada, pero al menos muestro mi punto de vista. Mi descontento. Mi compromiso. Me desahogo. Ordeno mis ideas. Doy a conocer mis inquietudes. Y por supuesto mi indignación y desaprobación a lo que está ocurriendo. Al comportamiento pasivo y cómodo del ciudadano. Todo esto lo creamos o no, repercutirá en nuestras vidas, aunque lo miremos desde lejos. De hecho ya se ven indicios de ello.

jueves, 3 de marzo de 2011

DESOLACIÓN

Cada día escucho las noticias en la radio y la televisión, las leo en la prensa y sólo siento desolación. Desolación al ver cómo está el mundo y cómo nos quedamos impasibles ante él. Somos simples espectadores que dejan pasar los días esperando que algo cambie. Pero como dijo Einstein "la locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando resultados diferentes". Por lo que si no somos nosotros, los ciudadanos de a pie, los que nos movilizamos e intentamos mejorar la situación nadie lo hará. Porque a los poderosos les interesa que seamos seres pasivos, que no molestemos, que acatemos sus normas como niños obedientes. Lo peor de todo es que así lo hacemos. Nos quedamos inmóviles, miramos con perplejidad a nuestro alrededor. Vemos como nuestros derechos se reducen y dejamos hacer. Nos consolamos entre nosotros preguntándonos ¿y qué hacemos? Muy sencillo, unirnos todos, apoyarnos entre nosotros, salir a la calle y exigir un cambio. No me refiero a un cambio de partido en el gobierno, porque esto hemos visto que no es la solución. Sino más bien a un cambio de actitud, un espíritu de superación, de lucha, hacernos notar, ser visibles. Esto es lo que más temen los poderosos. Es el pueblo el que debe decidir, los políticos son o deberían ser simples administradores de nuestras prerrogativas.  

Nos venden una situación muy complicada, una crisis provocada por especuladores, por ellos. Y esto amigos míos es una excusa. No digo que no estemos pasando una época difícil, pero no por ello debemos quedarnos paralizados. Nos despiden, nos reducen el sueldo, aumentan las horas laborales con la excusa de que estamos en crisis. ¿Pero quién está en crisis, las multinacionales y los bancos que aumentan año tras año sus beneficios o nosotros que perdemos nuestros trabajos, derechos y propiedades? Necesitamos un cambio y pronto. Un cambio de actitud. Creer en que es posible, porque lo es. Sólo hay que mirar a nuestros vecinos del sur y darnos cuenta de ello.

Toda esta desolación y decepción surge, de entre otras muchas cosas, de ver cómo nuestra sociedad, la española en cuestión, no se mueve, está adormecida. Los políticos roban y no contentos con eso se vuelven a presentar para las siguientes elecciones, y lo peor es que los seguimos votando. Claro, con esto quién no quiere ser político, hacerse con todo el capital posible y seguir su vida como si nada, si te van a seguir apoyando.

No lo entiendo. No comprendo cómo podemos consentir esta situación. En Alemania por plagiar una tesis doctoral dimite el ministro de defensa. En españa sería gracioso y no nos resultaría para tanto. Claro con toda la lluvia que aquí cae, esto son memeces.

En fin, que no veo que la cosa mejore, porque no intentamos que así sea. Necesitamos un cambio de actitud y pronto.