Hay cosas que no he
entendido, no entiendo y no entenderé nunca, la mala educación, el insulto, entre otras. Nos encontramos en
momentos muy difíciles, en los que estamos viendo cómo nuestros
derechos y libertades desaparecen. Son momentos de incertidumbre,
rabia, indignación e impotencia. Pero es agotador, aburrido y triste
ver cómo el discurso está vacío por parte de muchos. De muchas
personas que piensan como yo, o eso creía, que considero afines a
mí, pero descubrir que su único argumento es el insulto, la mala
educación y la falta de respeto no me gusta. Considero que este no
es el camino para cambiar nada. Debemos, hoy más que nunca, tener un
discurso con palabras llenas y no vacías. Un discurso en el que se
expliquen nuestras exigencias, nuestras prerrogativas, nuestra lucha,
explicar el porqué es necesario mantener el estado de bienestar, los
derechos. No caer en los descalificativos, en el odio. Porque el odio
es una pérdida de tiempo, es algo feo que no conlleva más que al
enfrentamiento violento, a la chabacanería.
No dejo de leer y escuchar protestas
que tienen su porqué, pero que al final pierden el sentido por la
forma de expresarlas, debemos cuidar el lenguaje. No se trata de ver
quién insulta mejor y más, sino hablar claro, pero con argumento.
Esto no es tan difícil, siempre y cuando uno sepa lo que dice y
quiere decir, no indignarse y soltar lo primero que se le ocurra,
sino pensar antes, porque de otro modo se pierde la razón.
Se puede y debe criticar,
exponer tu indignación, tu rabia, tu descontento pero con
argumentos, con un lenguaje correcto, lo cual no quita, como digo,
que tu mensaje no sea claro, directo, crítico y entendible. Se debe
reflexionar, analizar, documentar todo aquello con lo que no estás
de acuerdo sin recurrir al desprecio, a la mala educación, al insulto. Porque esto no lleva a otra cosa
que a pensar, por quien te lee o escucha, que no tienes ni idea de lo
que hablas, o puede que sí, pero no aportas nada. Y creo que si
queremos que nuestro mensaje llegue, debemos esforzarnos por tener
algo que decir, algo que pueda hacer pensar a la persona que te lee o
escucha.
Estoy harta del
enfrentamiento entre dos bandos, ahora mismo no hay bandos, esto es
lo que tenemos que entender y bien, solo estamos los ciudadanos y los
poderosos. No hay ideologías ni religiones. Los partidos políticos
hace tiempo que dejaron de tener otra ideología que no fuera el
capital, la avaricia, la codicia, el poder. Y creo que los que siguen
a estos individuos no saben el mal que están provocando en el mundo,
en sus propias vidas. O tal vez sí, y solo sean malas
personas.
No sé si estas personas que apoyan estas políticas son conscientes
de las consecuencias que todos estos cambios significan en nuestra/su vida y la de nuestros/sus hijos, hermanos, sobrinos o
nietos. Cómo nos vamos/van a enfrentar a los gastos sanitarios y
educativos cuando vivimos/viven con un sueldo mínimo. Siempre y
cuando conservemos/conserven nuestro/su empleo. Porque dadas las
circunstancias y con todos los recortes y medidas tomadas por su
maravilloso gobierno no están consiguiendo otra cosa que el
desempleo, la precariedad, la pobreza... Tal vez crean que por
apoyarlos ellos están salvados, que sus políticos les darán un
trato especial o algo así. No lo sé, pero esto es algo que me
planteo mucho y no entiendo. Porque por desgracia lo veo mucho y muy
cerca de mí.
No lo sé, no sé nada,
no sé dónde vamos o si llegaremos, pero deberíamos estar unidos,
olvidarnos de ideologías porque esto hace tiempo que no existe,
luchar por mejorar nuestras vidas y la de los demás. No perder más
derechos ni libertados. No luchar unos contra otros mientras los
poderosos se reparten el botín y contemplan, como en la época
romana con los gladiadores, como nos destrozamos unos a otros. Es
absurdo todo esto, a ver cuándo se dan cuenta los seguidores de este
gobierno que ellos también son la diana, y que los que pedimos
respeto, libertad y una vida digna no lo hacemos individualmente,
sino para todos, todos los ciudadanos, incluidos ellos, que no es una guerra contra ellos, sino contra la represión, el totalitarismo y la injusticia. Y que basta
ya de tanto odio acumulado, tanto reproche y tanta absurdidad,
incoherencia y estupidez por parte de todos.
Seamos sensatos por una
vez. Seamos más escuchantes y
menos oyentes, porque todos oímos, pero la mayoría no escuchamos, y
he aquí el problema de comunciación, el no entendimiento. Escuchar
requiere esfuerzo, mucho esfuerzo, pero es la forma de aprender algo de nosotros y de los demás.